viernes, 6 de marzo de 2009

Creer en dios es Suicida y de Jilipollas

Creer en dios es Suicida y de Jilipollas

Ante todo aclarar que al dios que nos referimos, en esa sin duda provocadora frase, es a un dios diverso y multidimensional: también al dinero, a los objetos que adoramos, al amor posesivo-patriarcal, a las ideologías, a la propiedad privante ((ya que nos deja privados de libertad, pues sólo nos posee lo que poseemos, en lugar de estar "poseído" por todo lo que nos rodea, como en las religiones=("religare") panteístas y sin dios)), a las creencias en general, al monopolio de las ideas, a las imágenes, al monopolio del pensamiento como acción que conduce irremisiblemente a la degenaración del sistema nervioso (neurodegeneración), al becerro de oro de cuatro ruedas...


Nuestra vida está compuesta de unidades llamadas vivencias. La calidad de nuestras vivencias no solo marca la calidad de nuestra existencia, sino también nuestras posibilidades de supervivencia. Hay vivencias que podemos llamar super-vivencias (vivencias "super") y otras vivencias que podríamos adscribir al conjunto de las sobre-vivencias (sobrevivir).

La calidad de nuestras unidades de vida o vivencias, o su cualidad, que es lo mismo, es a su vez función directa de la proporción entre experiencia y teoría. Por experiencia podríamos entender la experiencia directa e inmediata tal como es percibida por nuestro sistema sensorial. El componente teórico de una determinada vivencia o unidad del proceso de vida, del proceso dinámico del vivir, se podría caracterizar como el peso que la teoría y las creencias tienen en esa vivencia.

Si bien el nombre del blog pretende ser provocador, debe ser interpretado, como este mismo texto, desde un punto de vista de la Lógica Borrosa, que es una lógica de grises, donde se rechaza de partida la idea de verdad absoluta característica de la Lógica Aristotélica o "blanqui-negra", donde las cosas: o son, o no son. A la persona poco familiarizada con la Lógica Borrosa puede ser duro de tragar su principio inherente de que las cosas son y no son (en algún grado) al mismo tiempo. Matemáticamente se formularía: "A" es igual a "A" y, al mismo tiempo, "A" es igual a "no A". El retraso (y/o rechazo) en comprender estos principios básicos de la Lógica Borrosa, establecidos allá por los años sesenta del pasado siglo, les ha valido a las empresas norteamericanas 10 o 15 años de retraso en el desarrollo de las tecnologías basadas en la Lógica Borrosa por parte de las empresas japonesas y orientales, a cuyo sustrato cultural le era mucho más familiar.

Bajo este prisma podríamos aceptar que en todos nosotros, las vivencias están en general condicionadas, en distinto grado, por la teoría y las creencias. En todos. Y como quiera que una cultura no se hace en dos días, ni en diez, cuando te pones a analizar la construcción de la Cultura Occidental, te das cuenta que en su gestación ha habido tres ejes o esqueletos fundamentales para nuestra cosmovisión. Estos tres ejes cardinales son: 1) La filosofía platónica, 2) El derecho romano y 3) La religión judeo-cristiana.

Y esta cosmovisión que impregna, en distinto grado, el funcionamiento de la sociedad y de nuestras instituciones, al estar a su vez impregnada por esos tres ejes que acabamos de nombrar, hace que aunque indvividualmente nos podamos declarar ateos o agnósticos, si chupamos asiduamente de la rueda de este sistema, tendriamos que aceptar que nos regimos por tanto, en nuestra cotidianidad, por principios provenientes del judeo-cristianismo.

Así las ideologías, que son sistemas de creencias, maman inexorablemente de este judeo-cristianismo.

La teoría, o las creencias que impregnan, en grado variable, cada una de nuestras vivencias, pertenecen al mundo de las ideas. En complementariedad con las ideas, en nuestras vivencias también participan, en grado variable, las sensaciones o percepciones del mundo físico. Si los humanos podemos percibir hasta un trillón de bits de información por segundo a través de nuestros sentidos, eso quiere decir que por muy ocupado que tengamos nuestro cerebro dándole vueltas al mundo abstracto de las ideas, al mismo tiempo y de manera "inconsciente", estamos siendo literalmente atravesados por multitud de estímulos del mundo (incluidos los procedentes de nuestros propios sistemas orgánicos), cuyos efectos se superponen a la información digerida por nuestro cerebro a partir de esas ideas a las que andamos dándole vueltas.

Creer (en Dios) es Suicida y de Jilipoyas.

Al final podríamos llegar a la interesante conclusión de que "en Dios" sobra realmente en esa sentencia. Porque ese "dios" patriarcal, al que en principio nos referíamos, como hemos visto impregna, como conjunto de creencias, demasiados aspectos de nuestra vida cotidiana en estas civilizadas culturas. De forma que el principal problema no sería "creer" en ese dios, sino simplemente creer. Podemos no ser "creyentes" propiamente dichos pero quizás nuestra vida está tan inundada de ideas, teoría y creencias que prácticamente no seamos conscientes de ese torrente sensorial, realmente sensacional que, aunque sea "inconscientemente" es lo que nos mantiene despiertos, atentos y que nos permite seguir siendo super-vivientes.

El suicidio al que nos referimos es el Eco-cidio predicho por tantos expertos. Y la solución viene dada por una antigua Hipótesis matemática, expresada de manera muy jocosa y nada seria: La "Teoría del Punto Gordo".

La Teoría del Punto Gordo ya tiene una corroboración científica. El famoso "Punto Gordo" se define como el punto más gordo, más próximo y más en contacto con toda la humanidad, pero que precisamente debido al aturrullamiento causado por el Mundo de las Ideas en las personas que piensan mucho, es decir, en la intelectualidad, ese Punto Gordo ha pasado "milagrosamente" desapercibido, incluso a pesar de que honestos intelectuales de vanguardia hayan tratado con insistencia de hacérnoslo Ver a través de una Teoría que tiene otro nombre pero que esconde en su seno la propia Teoría del Punto Gordo.

Para descubrir cual es el misterioso Punto Gordo, calcúlese primero el número y la distribución de los seres humanos en este Planeta.

Más o menos (nos seguimos moviendo con ayuda de la sabia y flexible Lógica Borrosa) se puede decir que habemos unos seis 1.500 millones de humanos en esta Tierra.

En cuanto a su distribución espacial, asumamos que una buena parte de los continentes está siendo en estos momentos pisada y/o ocupada por estos seres tan curiosos que son los seres humanos.

Así, la distancia a la que se encuentran en este preciso momento los seres humanos, unos de otros, es muy variable, así como su respectiva densidad. Sabemos por lo que nos dicen y por lo que hemos pateado nosotros mismos, que hay lugares con gran densidad de seres de nuestra especie, mientras en otros lugares los cuerpos u organismos humanos se encuentran mostrando una mayor dispersión entre ellos.

En cualesquiera de los casos, y para simplificar con la elegancia que lo hacen las Teorías Científicas, podríamos asumir que los humanos dibujamos con nuestro cuerpo una "concavidad porosa". Concavidad porque según las premisas anteriores, estamos repartidos sobre la superficie de un elipsoide de revolución. Y porosa porque de toda la superficie del elipsoide de revolución, nuestros cuerpecillos solo ocupan, en un momento dado, digamos un "punteado" de esa superficie de revolución, dejando en medio una gran cantidad y variedad de huecos sin rellenar.

Para redondear nuestra Teoría del Punto Gordo, vamos a optar por ampliar la superficie ocupada por los humanos, incluyendo todos los lugares que los humanos hayan pisado u ocupado a lo largo de toda su vida. Y aún más, vamos a seguir oscureciendo nuestro "Mapa Humano" sobre el elipsoide de revolución, añadiéndole todos los puntos que alguna vez al menos hayan sido visitados o transitados por individuos humanos a lo largo de la larga historia de la susodicha especie humana.

¡Ajá! Ya estamos más contentos, porque con estos dos procesos complementarios hemos ido paulatinamente ampliando la superficie de ocupación de los seres humanos sobre el elipsoide de revolución. Ya tenemos una superficie "humana" sin duda mucho más tupida que al principio. Podríamos interpretar esta superficie "humana" como una telaraña más o menos tupida, que recubre buena parte de los continentes, incluso de los mares, de nuestro elipsoide de revolución.

Entonces, tras darle tantas vueltas, quizás ya estemos bastante más cerca de descubrir nuestro misterioso "Punto Gordo". ¿Cual sería (y es) el Punto Más Gordo que conecta físicamente, y a lo largo de su tupida historia, a toda la Humanidad?

Pues La Tierra.

Basta que miremos hacia donde están nuestros pies. Etimológicamente Humano viene de Humus. Somos pues seres del Humus, de la Tierra. Humus y Tierra son en parte sinónimos, porque muchas veces cuando nos referimos a la tierra que hay bajo nuestros pies nos estamos refiriendo a un sustrato compuesto, en mayor o menor grado, de humus.

Y la teoría científica a la que nos referíamos es la Teoría Gaia. Tras muchos siglos de intentar negar la propia existencia de la Tierra como un sistema de vida, del que además formamos parte; y de dirigir nuestras aspiraciones hacia un dios patriarcal lejano invisible y abstracto; va James Lovelock (tras Verdnasky, que se le adelantó medio siglo) y propone la Hipótesis o Teoría Gaia.

Pues bien hoy día, tras treinta años de intento de reestablecer esta "no-creencia" en la cultura occidental "huérfana de Gaia", nos encontramos que sigue siendo "una raya en el agua", pues sigue siendo una teoría casi desconocida en las universidades, en los centros educativos y en la sociedad en general.

Y uno se pregunta: ¿Cómo la Teoría menos teórica de cuantas existen (podríamos decir "UnTheory in english) sigue siendo tan rechazada, ignorada y negada a pesar que en ello nos va nada menos que nuestra supervivencia como especie?

Pues precisamente porque nos hemos hecho tan drogodependientes de creencias y más creencias, teoría y más teoría, ideas y más ideas...que cuando por fín surge, con bastante esfuerzo, una Teoría que puede ser directamente intuitiva, comprensible, vivible, sensible, perceptible, literalmente saboreada, por los humanos, mucha gente tiende a rechazarla precisamente por esotérica.

Y no tiene nada de esotérica. Al contrario. Cualquier criatura sensible sabe por propia experiencia que andamos siempre (o casi) sobre la Tierra y que lo que nos llevamos a la boca cada día viene de la Tierra y que lo que producimos también viene y va después a la Tierra; si bien con la connivencia del Sol...

Lo que es Gaia es una Teoría muy "anti-cristiana", porque se funde en el lógico e intuitivo Panteismo experiencial que ha caracterizado el pensamiento y la acción de tantas culturas y personas a lo largo de la historia humana.

Mirándolo bien, tampoco hay una grandísima diferencia entre el panenteísmo cristiano y el Panteísmo. La diferencia entre ambos términos es una sola "E". En otro lugar hemos pedido por favor que esa "E" "se vaya cuanto antes a hacer puñetas" para reunificar el cristianismo moderno con el antiguo, surgido del Panteísmo. Ya que hablan tanto de buscar un acuerdo interreligioso, Gaia y el Panteismo (que también es panenteísta pero no al revés) podrían ser la base de esa unidad.

Si escribimos en estos términos es también por la fuerza que nos da el testimonio a corazón abierto del Lingüista y Ex-Misionero Daniel Everett, tras treinta años con los indomables Piraha, que no son evangelizables ni por el cristianismo ni por el capitalismo de los números.

Seguir mirando o buscando a un dios abstracto cuando la Tierra está que arde ya es de jilipollas. Sobre todo cuando la Lógica Borrosa nos permite buscar un posible "ten con ten" entre esa creencia, en principio legítima, deísta, y la experiencia directa a través de la Sensosfera.

Si hemos dejado de prestar, conscientemente, atención a nuestros sentidos y a la Sensosfera, ha sido, como hemos dicho, por el peso que lo abstracto y las ideas han tenido en nuestra cultura occidental.

Bastaría ahora reengrasar nuestros sentidos buceando de nuevo, conscientemente, en la Sensosfera, para volvernos a sentirnos parte del Punto Gordo.

Y lo de Jilipoyas va también por la relación del pene con la línea. "Tanto vales tanto tienes" ponían los romanos en sus puertas (en su doble sentido). La fijación falocéntrica es una magnífica metáfora con la fijación lineal que aún domina nuestros sistemas sociales y científicos, a pesar de que cada día resulte más obsoleta.

Si los Piraha no pueden aprender a contar hasta diez, ni a sumar uno más uno, es por algo. Con esa actitud tan visceralmente anumérica y acristiana, lo que nos están diciendo a voces es que viven en el mundo real a tope, en la Sensosfera (4-dimensional), y no en el de las creencias (lineales). No les hace falta. Ni a nosotros. No se trataría de tirar de golpe todas nuestras creencias, que es imposible, sino de darnos cuenta (¿Te da Kuen! es el lema de la Sensosfera) de que ese capital natural de un trillón de bits de percepción por segundo es muy útil, es asequible con la práctica, y poco a poco abandonas el círculo vicioso de los pensamientos circulares, inútiles, que eran fruto del poder que antes tenían en tí la teoría, las creencias y el mundo de las ideas.

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